Recuerdo la tortura que era para mi yo adolescente la llegada de otro San Valentín. Lleno de sus paletas de caramelo rojo, asediada por los consejos para ser una novia perfecta…
Si igual que yo, eres niña de los 2000, entiendes el estrés constante en los pasillos de la escuela cuando llegaba el día 14 y los buzones desbordan confesiones de amor secreto. Secretos que rogabas no fueran revelados. En el mejor de los casos y justo antes del verano ese amor adolescente llegó a convertirse en tu primer evento canónico que hoy ya solo te recuerda que ‘Eres’ de Café Tacvba es el himno de los corazones rotos.
Antes me agobiaba la falta de un romance y ahora mis miedos han cambiado y uno nuevo se ha desbloqueado: qué alguien por favor me explique cuánto es suficiente y cómo se qué estoy demostrándome genuinamente amor propio.
El amor, el amor…sobre todo el amor propio. A veces creo que es un mito. ¿Cómo luce el amor propio? ¿Es amarte siempre, todo el tiempo, en desmedida? ¿Cómo se qué no se trata de complejos mal camuflados? Necesito respuestas…
Así que tantos pensamientos nublados me llevan de nuevo a mi lugar seguro: mi sofá, mis mascarillas coreanas y mi televisor, listo para elegir la misma película que me he visto en los últimos 3 San Valentines.
Bestie, no me juzgues…pero repetir diez mil veces la misma comfort movie es mi pasión y me da una paz como ninguna terapia en este mundo.
Así que aquí estoy, en vísperas del día más rosa del año scrolleando hasta el infinito llena de peinados coquette, maquillajes con corazones y la misma influencer de siempre diciéndome: ámate a tí misma hasta que duela.
¿Cuál será la respuesta correcta? ¿ Cuál será el amor verdadero?
Lo que sí sé, es que cuando las mujeres cultivamos acciones de auto cuidado hay un halo de luz que ilumina nuestras frentes y se nota. La seguridad brota de una forma natural cuando al fin hace click la imagen interior con la exterior.
Si algo le aprendí a Regina George es que “un cabello impecable y amigas leales son dos armas muy poderosas”. ¿Te ha sonado muy superficial esa línea, no? Sin embargo, lejos del cliché superficial, pulirnos a través de rutinas de ‘beauty-care’ nos brinda una oportunidad inquebrantable de abrazarnos en un gesto de conexión personal.
Me alegra estar viva en la era que la feminidad se derrumbó como un constructo frívolo para levantarse y re definirse como terreno de empoderamiento femenino.
Hay muchos temas que aún me faltan por deconstruir, de eso no tengo duda, pero resignificar los símbolos pop que marcaron mi infancia me hace sentir una mujer nueva.
Una que ya ha aprendido a la par de sus hermanas a no ver competencia en quienes siempre debieron ser nuestra inspiración.
Así que este año, elijo creer en el amor…el amor propio y la amistad; la amistad entre mujeres que se impulsan unas a otras. Un nuevo tipo de romance, supongo…mucho más edificante.